•18:59

Guardé tus cartas en aquel viejo cajón de la cómoda que me había dejado la abuela. Allí en lo más profundo, junto a unos viejos papeles, encerré tu recuerdo dejándolo olvidado en la penumbra de aquella triste habitación. Pero de vez en cuando siguiendo un impulso, lo abro, cojo tus cartas y las vuelvo a leer. Por mi mente transcurren recuerdos que el pasado no ha logrado borrar y que el paso del tiempo, en vez de mitigarlo parece darle una mayor intensidad.
Cuando los leo , revivo en mi mente unos momentos que existieron una vez, pero que jamás se volverán a repetir, mientras, siento como las lágrimas se deslizan por mis mejillas. Y como queriendo deshacerme de ese recuerdo, las vuelvo a guardar, salgo de la habitación dejándola sumida en la penumbra y guardando una parte de mi vida en aquella vieja cómoda.
Jose Luis Marmolejo
•20:31

Un ojo me mira desde que salí esta mañana y apenas me puedo concentrar debido a su insistencia: ¡Me es su mirar tan familiar!.
Siento como escudriña mi alma. Siento como se adentra en mi ser, aflorando lo oscuro que se esconde en mi corazón. Sentimientos de odio y pasión, de llantos y alegría, de goce y de dolor. Sentimientos que dejé atrás hace casi toda una vida en plena juventud, y es ahora, cuando me acerco al lecho de mi descanso, cuando el recuerdo me reencuentra con todo lo que dejé de ser.
Dejad Señora, por favor os lo pido, de mirarme sin piedad, pues sólo fui un hombre que pecó de vanidad, sin mirar atrás cuanto dejé en el camino. Y es cuando vos me segaréis, que cuando me llevéis, nadie por mí mirará atrás en su camino.
¿Por qué no pensé como quería ser recordado?
Ahora seré uno más que pasó por su lado.
Erasmo Nuñez Caamaño