•13:04



Me levanté muy temprano. Me sentía distinta, igual que cuando llega la primavera que te despojas de la ropa porque hace mucho calor. Me dispuse a salir. Cogí el bolso, las llaves y un poco de dinero. Me fui a la estación y saqué un billete. El señor de la ventanilla me preguntó:

-¿Señora, dónde va?

-Donde me lleve el tren.

-La vía número 3 es la que debe coger.

Subí al tren. Me puse cómoda. Tenía las cosas muy claras en ese momento. No me acordaba de nada, ni de niños, ni de casa, ni de comida, ni de marido. Era un día para mí.

En el tren veía como dejaba atrás tanto cemento, tantos edificios altos y pequeños, y bastante ruido. Eso no era lo mío, me gusta la tranquilidad. Por la ventanilla vi la forestación; árboles, palmeras, flores variadas. En esos momentos me sentí bien. Necesitaba esa escapada. Necesitaba un día sólo para mí.


Milagros Millo



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