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UNOS GRAMOS DE MENOS


Le faltará, al menos, un par de centímetros para alcanzar la barra del trapecio, le dijeron al nacer. ¡Còmo si eso le mi portara! A él no le gustaba el baloncesto, ni los deportes de riesgo. ¿ Para qué quería un buen físico? Él era feliz saltando, corriendo, sintiendo la velocidad en sus venas y el aire en su cara.
Salomón le comprendió desde el principio y le había aceptado con un movimiento de cabeza. Mientras le pasaba el cepillo por su largo lomo, pensó en la nobleza que su vigoroso amigo tenía en sus grandes ojos negros. Junto a él podía mostrarse como era, sin dobleces ni expectativas falsas. No tenía que estar a la altura de nadie.
Para conseguir su mayor ambición no necesitaba unos centímetros de más sino unos gramos de menos. Al final todos estaban equivocados... no era una cuestión de estatura, sino de peso.


                                                                              

Carmen Elias Baturone
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