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La llave
¿Y cómo es que nunca cambiaron el bombín?
Después de los últimos acontecimiento acaecidos en Cambrini, pueblo pequeño y tranquilo perdido entre abruptas montañas, era la pregunta que se hacían, aterrorizados todos los vecinos.
Nadie comprendía lo que había tenido lugar entre esas cuatro paredes. Porque en aquel pueblo nunca había ocurrido nada digno de mención. Porque allí todos se conocían desde siempre y nadie era capaz de cometer tal vileza.
Todos estaban seguros de ello. Todos menos aquel que con la mirada huidiza, acariciaba suavemente, dentro del bolsillo de su cazadora de cuero, la llave que abrió la oxidada cerradura.

                                                                            

Rosario Benjumea
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