Allí estaba ella,
sentada, como todos los días en la entrada de su humilde choza.
Menuda, la piel de su rostro, así como la de todo su cuerpo, oscura
y surcada por profundas arrugas, no creo que por el paso de los
años, pues nunca supe calcularle la edad, sino por su vida expuesta
a las duras condiciones del sol, viento y lluvia en la remota aldea.
Me gustaba observarla al
acercarme antes de que ella notase mi presencia. Sus ojos muy negros
eran pequeños, muy cansados cuando no sabía que la miraban, pero
muy vivos y alegres cuando nos descubrían y entonces se
transformaba, era todo alegría y amabilidad y sus palabras servían
de guía y consuelo para todo el que lo necesitaba.
Analfabeta, nunca pudo ir a
ninguna escuela, pero maestra en la sabiduría de la vida. Conocía
el poder de todas las plantas que nos rodeaban y a ella acudíamos
cuando el médico más cercano se encontraba a más de 200 Kms y
siempre nos daba el remedio oportuno y eficaz, pero sobre todo ella
nos reconfortaba con sus sabias palabras .
Para mí, sin lugar a duda, ella era una belleza
Regla Rodríguez
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Aquel
día de verano de 1945 amaneció en calma, no había aun subido el
Sol tras las colinas y ya el calor y la humedad eran intensos.
Azumi
se dirigió a sus cercanos campos de arroz como todas las mañanas,
cada día los observaba con detenimiento encontrando el pequeño
cambio producido por la naturaleza; hoy observó un ligero tono
dorado que predecía que en poco tiempo podría empezar la
recolección.
Pero
era lunes seis de agosto y el destino le tenía deparado la peor de
las catástrofes en la cercana ciudad de Hiroshima.
Margarita de Prado
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Sigo
observando mi trocito de cielo a través de mis llorosos ojos.
Enlatados sin variar posturas, sin oír el frío del mar, los llantos
ni los vómitos.
-Tú
mi niño, solo levanta la cabeza y los dos veremos el mismo cielo. Y
así fue durante toda la travesía.
Mila Ortiz
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Poco
antes de que los domingos fueran amargos, mi marido Javier, mis tres
hijos, la perrita Lulú y yo, nos íbamos a pasar el día al campo,
cargados con nuestra tortillas, el gazpacho, la piriñaca y la tarta
de chocolate.
Hoy,
llevo a mis hijos a visitar a su padre a la cárcel de Carabanchel
donde lo han internado por participar en una manifestación contra
las preferentes.
Amalia
Mendoza
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