Sueños
rotos
Se durmió soñando que
él también podía volar en el tiempo y en la
distancia. Y allí esperaba su vida, vestida de novia frente
al altar, iluminada por la dicha que sentía. Él, fue a
su encuentro lentamente, acompañado de una celestial melodía
que le hacía estremecer de amor. La miró a través del
velo que cubría su bello rostro, y con manos temblorosas,
lo alzó para contemplar su hermosura, pero su imagen se
borró en la oscuridad de su mente y su sueño se evaporó
en medio de la noche gélida.
Sintió frió y
sobresaltado abrió los ojos para ver, una vez más, el
otro lado de su cama, vacío como su alma.
Lola Sepúlveda
|
-->
SONES
Ese Tic Tac que
escuchamos hace rato sonaba en mis oídos como música celestial.
Ahora, después de tu
confesión, el Tic Tac continúa inexorable, pero no lo oigo, no
quiero escuchar sus sones de marcha fúnebre.
Prefiero soñar que el
tiempo se detuvo entonces, cuando yo creía que arrullaba nuestra
felicidad, sin ni siquiera imaginar que tú ya preparabas tu “tocata y
fuga”.
Mercedes R. de Zuloaga
|
-->
ASUNTOS
DE FAMILIA
Pero esta vez ella
lloró... cuando vio el furgón policial de su madre Lorena y de su
tío Luis. Ella lo había promovido.
Desde niña veía al
fantasma de su abuelo Tomas deambulando por la casona, señalaba las
timbas de la abuela Adela y la de su padre Jacinto. Ella creció en
ese remanso de paz de aquel hogar, con una madre depresiva y un tío
taciturno dado a la noche y a los juegos con la criada Juliana, que
llevaba allí tanto tiempo como la casa. El pueblo hablaba mucho de
aquella noche en que perdieron la vida la abuela y su padre. De que
si su tío y su madre eran amantes.... Rosa se centraba cada día más en descubrir la verdad de aquel accidente. Ambos se quedaron
con la herencia que se repartió y con la condena de seguir viviendo
todos en el caserón familiar. Por eso ella lloró, pero aún más
por no volver a ver el fantasma del abuelo, ya que descansaría en
paz para siempre.
Lola Sigler
|
-->
NARICILLA
RESPINGONA
Naricilla respingona y
cuerpo de girasol
ojos verdes como el agua,
del caribe soñador
piel blanca como la sal
los dientes de perlas
finas
con el salero de cai, cuando cruzas las esquinas.
Entró en un restaurante,
para tomar el cafelito
un chaval que la miraba
y le guiñaba el ojito,
señorita por favor, en
qué la puedo atender
póngame usted un refresquito, que vengo muerta de sed.
El camarero con arte , el
refresco le llevó
y en la otra mano llevaba,
una rosa con olor
señorita para tí, que te
la regalo yo
esa rosa se merece, que
esa nariz respingona
perciba este lindo olor.
Juana Muñoz
|
-->
El
concierto (monólogo interior)
!Qué bien¡ que relajada estoy, que a gusto, con el día
que he tenido hoy.
Mira quien está ahí,
Pepe, si llego a saber que le gusta este tipo de música
le doy la entrada que me sobraba. Ya empiezan, qué bien
suena, que instrumento más raro toca el calvito, eso tiene
que ser una “ harta” de difícil tocarlo.
Anda
el del contrabajo es monísimo ¿cómo será enrollarse con
un músico?. Este de al lado no para de moverse, parece un
saco de pulgas, me esta poniendo nerviosa. Ahora que se ha
ido me estoy relajando demasiado ¿mira que si me duermo?.
Bueno, mientras no ronque.
M.
Carmen Artaza
|