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SONES
Ese Tic Tac que
escuchamos hace rato sonaba en mis oídos como música celestial.
Ahora, después de tu
confesión, el Tic Tac continúa inexorable, pero no lo oigo, no
quiero escuchar sus sones de marcha fúnebre.
Prefiero soñar que el
tiempo se detuvo entonces, cuando yo creía que arrullaba nuestra
felicidad, sin ni siquiera imaginar que tú ya preparabas tu “tocata y
fuga”.
Mercedes R. de Zuloaga
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