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Recuerdo
el olor a jabón Heno de Pravia, a pesar de los años que han pasado,
cada vez que lo huelo se me eriza la piel. Su fragancia me despierta
sentimientos vividos en mi tierna infancia y una amplia sonrisa me
sale de oreja a oreja
Su
aroma se desprendía al abrir los cajones de ropa, entre las sábanas
blancas y recién planchadas y como olvidar el temido baño que tras
correr a mi madre por toda la casa, al final conseguía atraparme y
eran tan eficaces las friegas que con él me daba, que además de
oler bien, debía quedar muy limpia, porque ya no me bañaba hasta la
próxima semana.
El
alcanfor anunciaba la llegada del invierno, mi madre habría el
enorme baúl, comenzaba a sacar mantas, abrigos, el frío no tardaría
en llegar y ese olor se extendía por todos los rincones de la casa.
Sería el abrigo heredado de mi hermana mayor quien me lo recordaría
todos los días. En las mañanas de frío, cuando nos levantábamos
temprano para ir a la escuela. Mi madre nos preparaba el candié y
solo con olerlo entraba en calor, aunque... con el tiempo comprendí
por qué en la escuela nunca me salieron las cuentas.
El
olor a las flores me anunciaba el final del largo invierno. Un paseo
por la playa me lo confirmaba. Mis hermanos y yo jugábamos descalzos
por la arena y el olor a mar, ese si no lo sientes, ese olor no lo
puedes explicar...
Carmen
Crespo Marco
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