•11:20
La mujer luce una inquietante sonrisa. Está aterrada, lleva mucho tiempo preparando el viaje en el más absoluto silencio y con la mayor discreción. Nadie conocía sus planes, siempre que tenía la tentación de contárselo a su madre o a sus hermanos... se decía a si misma ¡no! El mejor secreto es el que no sale de la boca. No era por desconfianza, ni falta de cariño, su familia era para ella lo más grande, junto con el hombre al que amaba por encima de todo y al que no veía desde hacia varios meses.
Si alguien supiera lo que estaba haciendo, lo primero que harían es tratar de quitárselo de la cabeza, algo que no podrían conseguir, ya que su decisión era firme y sus motivos importantes. No quería hacer sufrir a su familia, sólo pensar el daño que estaba a punto de hacerles la mortificaba, pero lo había pensado mucho, no veía otra salida, el tiempo se le venía encima y no lo podía retrasar mas. Había estado trabajando a espaldas de todos de forma clandestina todas las tardes unas horas, hasta reunir la cantidad necesaria, y ¡por fin! el momento había llegado. Sentada a la mesa cenaba con su familia y en silencio miraba uno a uno, quería grabar en su mente sus caras, sus risas, cada palabra, cada mirada...no quería pensarlo pero, esta cena podría ser la ultima ,y ésta, la última vez que les viera.
Se retiró a descansar y esperó a que todos durmieran para salir sigilosa y furtiva de la humilde casa. Se dirigió a la playa, toda ella temblaba como una hoja, la angustia la ahogaba y el corazón golpeaba su su pecho como queriendo salir de él .Al mismo tiempo la ilusión, la alegría y la impaciencia por reunirse con el ser amado le daban las fuerzas que necesitaba para seguir adelante.
Cuando se subió a la patera, junto con otros valientes, con sus manos acarició su vientre y en susurros dijo: ¡mi hijo, tendrá un futuro!

Esperanza Caamaño Vázquez.
•11:15
Los hombres que a mí me gustan no saben llorar, entiéndeme, no saben llorar cuando las adversidades de la vida los agobian hasta que el corazón le oprime el alma, pero ellos no lloran, son fuertes y apretando los dientes se enfrentan a la vida sin lloriqueos ni lamentaciones y salen adelante con determinación y entereza.
Pero adoro los que lloran cuando ven por primera vez a sus hijos al nacer, a los que se le saltan las lágrimas cuando ven sufrir a los demás y ellos no pueden ayudar. En realidad me gustan los que son fuertes ante la vida y a la vez son los mas tiernos y sensibles, es decir me gustas tú.
Paqui Fernández