•11:55
!Cielos, como brilla hoy el valle! Estaba amaneciendo y Ricardo, miraba embelesado desde la terraza balcón de aquella maravillosa casa rural, que parecía estar suspendida en el aire, aquella casa, había pertenecido siempre a su familia, él mismo, se había criado allí. No podía evitar los sentimientos y recuerdos que se agolpaban en su mente. Ante la sensación de paz que experimentaba en aquellos momentos, en voz baja, dio las gracias a la providencia...Por haberle traído de nuevo a casa.
Cuánto la añoró. Durante años. Se marchó a la ciudad cuando era un adolescente. Por el traslado del puesto de trabajo de su padre y la familia al completo emigró a la ¡¡gran ciudad!!Allí, todos comenzaron de nuevo.Ricardo, se licenció en filosofía y en historia, e impartió clases en la universidad.
Se casó con una chica preciosa a la que le dio clases de literatura. Era una joven dulce y simpática, irradiaba confianza. Su risa cantarina y contagiosa junto a unos bellísimos ojos verdes y un largo y brillante pelo negro, hacían, que el tiempo se parase cada vez que lo miraba. Tuvieron hijos, a los que , como todos los padres hacen, ayudaron a formarse e iniciar sus proyectos de vida. Y ... ahora, con la responsabilidad ya cubierta, era el momento de volver a casa.
Pero, no volvía solo, lo hacía con ella, aquella chica de ojos verdes, que aun en su madurez, le seguía parando el tiempo cada vez que lo miraba. Era el mayor tesoro que se trajo de la ciudad.
¡¡Ricardo, continuaba mirando embelesado el valle y volvió a pensar...,
¡¡Cielos, como brilla hoy el valle!!

Esperanza Caamaño
•11:22

¡CIELOS COMO BRILLA HOY EL VALLE!,tengo que plasmar esta luz en mi cuadro, y no lo estoy consiguiendo, pensaba Ana mientras pintaba.

El valle era el más hermoso del mundo, las praderas verdes y frescas, las montañas que lo rodeaban majestuosas, imponentes, eternas las nieves que en sus cimas nunca desaparecían, las aguas del arroyo, cristalinas y saltarinas la acompañaban cada mañana mientras pintaba, pero hoy no estaba centrada, era como si el valle estuviera sonriendo, contento porque llegaba la primavera y se negaba a que le robara su brillo.

Meditó durante un rato, y apresuradamente recogió todos sus bártulos.

Con un estridente silbido, llamó a su hermoso caballo, que un poco más abajo pastaba en la fresca hierba, con su melena al viento, subida en su corcel azabache y plata, llegó a lo alto de la montaña.

Rápidamente, instaló el caballete, y por sorpresa, sin que el valle la viera cogiéndolo desprevenido, le robó el brillo para su cuadro.

Paqui Fernández

•19:43
¡Cielos, como brilla hoy el valle! me dije. Había recorrido algunos kilómetros y después de recibir los últimos resultados de la biopsia, bajé del coche y miré a mi alrededor, el silencio, su olor, su color, todo lo que en un momento dado había dejado en un segundo plano fue adquiriendo el sitio que le correspondía, un halo de felicidad se apoderó de mi…. respiré hondo, sonreí y me dije: no tendré miedo, nunca más lo llevaré como compañero y con los brazos abiertos estaré dispuesta a recibir el futuro.
Inés Márquez
•10:56
No reconocía al hombre que tenía frente al espejo. Al verme reflejado en el cristal, no tuve más remedio que soltar una estruendosa carcajada. ¡Quién me lo iba a decir a mí!

Yo, que tengo fama de hombre serio y huraño. Todas las personas que me conocen, saben que jamás sería capaz de hacer una cosa así, pero aquí estaba yo, delante del espejo, vestido de payaso, con la cara pintada, una rizada peluca y una enorme nariz roja...,para darle una sorpresa a todos en el día del cumpleaños de mi primer nieto.

¡Hay que ver, la de tonterías que se hacen por ellos!

María Benítez

•10:56
No reconocí al hombre que tenía frente al espejo, pensaba Andrés mientras se afeitaba. Su mente salió volando hasta su juventud. En la Universidad, "cum laude" de su promoción. Con tan sólo 35 años era director de una de las empresas más importantes de Europa. Los viajes de trabajo interminables, las jornadas de más de 12 horas, tanta gente bajo su responsabilidad, y de la noche a la mañana, todo se derrumba; "la crisis".

Ahora con mis 55 años, trabajo en una pequeña empresa, como uno más...

¡Cómo me ha cambiado la vida! No me reconozco, Tengo cara de felicidad.


Paqui Fernández
•10:55

No, no se puede caer bien a todo el mundo. A veces, porque el otro, instintivamente, aún sin conocernos, nos rechaza; seguramente, algo nuestro, o en nosotros: nuestro estilo, o nuestra fisonomía, o nuestros rasgos, o nuestra voz, o nuestra forma de dar la mano, le desagrada, quizás le trae recuerdos desagradables.

Otras, por mucho que quisiéramos saberlo, ni él mismo encuentra una explicación medio coherente. Si digo esto es porque yo soy consciente de que a mi me ocurre, y en ocasiones, he de esforzarme al máximo para lograr vencer esa primera impresión y no negarme la posibilidad de conocer mejor a esa persona. Por similares razones: digamos que sería el anverso de las primeras, sentimos simpatía por quien prácticamente no conocemos.

Blanca Sandino


•10:55

No consigo recordar “que es un hada”. Pienso y sigo pensando y no lo consigo. Solo tengo un vago recuerdo de los cuentos que leía cuando era pequeña. Según los cuentos, un hada es una personita que vive en los bosques y con su varita es capaz de hacer grandes prodigios, como la de Cenicienta que convirtió una calabaza en una esplendida carroza.
De pronto me vino la luz !el hada era yo!, porque si ellas hacen prodigios con su varita, yo llego hasta fin de mes con tan solo 500€. ¿Es o no es un prodigio? Si el hada de cenicienta convirtió una calabaza en una carroza, yo convierto 50 céntimos en una barra de pan.
Ángeles Fernández