•12:42
Además me voy a chivar a mis padres. ¡ No! no puedo acabar así este maldito diálogo del libro.
¿Cómo pretendo dejar algo así escrito? es una patraña infantil. Y se supone que escribo género de terror. Debería acabarlo en una frase, sí acabar donde el niño sea arrastrado por las sombras del mal. Quizás podría introducir algo macabro... mmm no, creo que mejor haré que el niño destroce al otro en lugar de tratar de chivarse... bueno borremos y empecemos.

"Nacía el ocaso para dar paso a la noche, cuando el sonido de una caja de sorpresa hizo su presentación. En el sótano, mientras tanto, una espesa niebla se hacía vislumbrar. Nadie pudo verla en el salón. Los dos hermanos, jugaban a la oca con sus padres. Reían, al tiempo que trataban de hacerse trampas. Por las escaleras, fue subiendo la espesa niebla, tomando forma allá por donde pasaba. Los hermanos, seguían con las risas, al tiempo que seguían amenazándose, entre ellos, de chivarse a sus padres. Estos los miraban atónitos, sin parar de reír, por las ocurrencias de sus hijos. Tanto era la diversión de la familia, que no se percataron del monstruo flamígero que le acechaba. En pocos segundos los devoró junto a la casa. Al día siguiente en las noticias apareció, que todo lo ocurrido fue producto de un fallo en la calefacción, la cual tenia su caldera en el sótano, donde todo comenzó. Testigos presenciales, afirmaban que un majestuoso djinn de llamas, se hizo presente durante unos segundos, cuando la casa saltó por los aires. De esto hace ya quince años y aún nadie ha logrado sofocar las llamas. ¿Quién sabrá lo que allí ocurrió? Yo solo sé que vuelvo a tener hambre después de todo este tiempo. Esa casa y su familia son perfectos, tienen una hermosa chimenea... Interesante ahora le echaran la culpa a un fallo de esta".

Bien esto es otra cosa. Así esta mejor. Creo que esta historia de terror tendrá gancho y...

¿Qué? ¿Quien esta ahí? ¡Dios mío la casa se incendia! ¡No! ¡No! ¡¡¡¡¡ Noooooooooo!!!!!.

Erasmo Nuñez
•11:48
¡¡¡ Los hombres que a mi me gustan no saben llorar!!!... La habitación estaba en una semipenumbra agradable y acogedora. En un tono suave, se escuchaba a través del equipo de música una melodía que envolvía toda la estancia. Y allí, en un confortable sillón de piel, con un café en las manos y una copa sobre la mesa auxiliar, Ángel, envuelto en un batín de seda y con zapatillas de piel de guante calzando sus pies, sobre una alfombra persa en tonos marrones, daba la imagen de un hombre situado en la cima de poder. Bastaba mirar alrededor para comprobar el buen gusto y el poder adquisitivo de quien vivía allí. No sobraba nada, se notaba que cada objeto había sido escogido justo para el lugar que ocupaba...
Nació y creció en el seno de una familia humilde en un barrio de trabajadores. En años difíciles, recién estrenada la democracia cuando se mezclaban los sentimientos de esperanza y un cierto temor a que todo quedara en un nuevo sueño de libertad, de la que tantos años estuvieron privadas nuestras familias de aquella época. Su padre, fue uno de los muchos que estuvieron encarcelados por su ideología política. Su madre, se vio obligada a sacar a sus hermanos mayores adelante sin ayuda. Con mucho esfuerzo, con muchas lágrimas y sobre todo con mucha soledad.
Ángel, aunque no vivió esos momentos , sí que de alguna manera fue influenciado por sus ideas. Su madre había quedado muy marcada por esos años de sufrimientos y aún, en el momento actual a pesar del tiempo transcurrido no había día en que Ángel, por distintas razones o circunstancias, no recordara la voz de su madre diciéndole: ¡ los hombres que a mi me gustan no saben llorar!
Aquella misma tarde, había vuelto a ocurrir. Recibió una llamada en la que se comunicaba que le había propuesto para un nuevo premio por su trayectoria profesional. Y ahí de nuevo recordó las palabras de su madre. Palabras que le ayudaron a sobreponerse a las dificultades y a poner toda la voluntad y todo el interés en no rendirse y seguir luchando hasta conseguir sus objetivos, sus sueños.
Aunque las palabras de su madre fueron su motor, su fuerza para seguir, ella, ignoraba cuantos días, cuantas noches se pasó llorando y cuantas veces estuvo a punto de rendirse, de abandonar. En la actualidad se alegraba de no haberlo hecho.

Esperanza Caamaño Vazquez
•11:42
El hombre luce una inquietante sonrisa, cuando se acerca sigiloso al mostrador de la lujosa tienda, la dependienta de la joyería, lo mira con intranquilidad, nada en él le hace sospechoso, viste un elegante traje de rayas oscuro de impecable corte, camisa de diseño con corbata a juego,peinado hacia atrás con gomina fijando las ondulaciones de su cabello, es muy atractivo, pero tiene una inquietante sonrisa, que a ella, la intranquiliza mucho y la tiene en tensión
El hombre muy educadamente, le pide que le saque unas de las joyas mas caras que posee, una alianza de esmeralda, después de pensarlo unos minutos, con reparos y cautelosamente, saca de la caja la joya que le pide y rápidamente cierra la caja con clave de seguridad.
El caballero la compra sin apenas mirarla unos segundos, y sin dejar de tener esa extraña sonrisa en la cara.
Al cabo de unos dias, ya no se acordaba del episodio del caballero que le había inquietado tanto, y asistía ilusionada e increíblemente guapa a la cena de anivesario que su novio le tenía preparada, en unos de los lugares más romanticos de la ciudad.
Al terminar la velada, su prometido, tierna y amorosamente le hizo la petición de mano maś bella que ella jamás hubiera soñado, y le entregó dos rosas enlazadas por una bellísima alianza de esmeraldas.
Entonces ella volvio a recodar al hombre de inquietante sonrisa.

Paqui Fernández