•13:44




Sueños rotos


Se durmió soñando que él también podía volar en el tiempo y en la distancia. Y allí esperaba su vida, vestida de novia frente al altar, iluminada por la dicha que sentía. Él, fue a su encuentro lentamente, acompañado de una celestial melodía que le hacía estremecer de amor. La miró a través del velo que cubría su bello rostro, y con manos temblorosas, lo alzó para contemplar su hermosura, pero su imagen se borró en la oscuridad de su mente y su sueño se evaporó en medio de la noche gélida.

Sintió frió y sobresaltado abrió los ojos para ver, una vez más, el otro lado de su cama, vacío como su alma.





Lola Sepúlveda




•13:12

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SONES


Ese Tic Tac que escuchamos hace rato sonaba en mis oídos como música celestial.

Ahora, después de tu confesión, el Tic Tac continúa inexorable, pero no lo oigo, no quiero escuchar sus sones de marcha fúnebre.

Prefiero soñar que el tiempo se detuvo entonces, cuando yo creía que arrullaba nuestra felicidad, sin ni siquiera imaginar que tú ya preparabas tu “tocata y fuga”.






Mercedes R. de Zuloaga
•13:21

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ASUNTOS DE FAMILIA



Pero esta vez ella lloró... cuando vio el furgón policial de su madre Lorena y de su tío Luis. Ella lo había promovido.

Desde niña veía al fantasma de su abuelo Tomas deambulando por la casona, señalaba las timbas de la abuela Adela y la de su padre Jacinto. Ella creció en ese remanso de paz de aquel hogar, con una madre depresiva y un tío taciturno dado a la noche y a los juegos con la criada Juliana, que llevaba allí tanto tiempo como la casa. El pueblo hablaba mucho de aquella noche en que perdieron la vida la abuela y su padre. De que si su tío y su madre eran amantes.... Rosa se centraba cada día más  en descubrir  la verdad de aquel accidente. Ambos se quedaron con la herencia que se repartió y con la condena de seguir viviendo todos en el caserón familiar. Por eso ella lloró, pero aún más por no volver a ver el fantasma del abuelo, ya que descansaría en paz para siempre.






Lola Sigler
•13:32

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NARICILLA RESPINGONA


Naricilla respingona y cuerpo de girasol
ojos verdes como el agua, del caribe soñador
piel blanca como la sal
los dientes de perlas finas
con el salero de cai, cuando cruzas las esquinas.

Entró en un restaurante, para tomar el cafelito
un chaval que la miraba y le guiñaba el ojito,
señorita por favor, en qué la puedo atender
póngame usted un refresquito, que vengo muerta de sed.

El camarero con arte , el refresco le llevó
y en la otra mano llevaba, una rosa con olor
señorita para tí, que te la regalo yo
esa rosa se merece, que esa nariz respingona
perciba este lindo olor.



Juana Muñoz
•13:21

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                                    El concierto (monólogo interior)


!Qué bien¡ que relajada estoy, que a gusto, con el día que he tenido hoy.
Mira quien está ahí, Pepe, si llego a saber que le gusta este tipo de música le doy la entrada que me sobraba. Ya empiezan, qué bien suena, que instrumento más raro toca el calvito, eso tiene que ser una “ harta” de difícil tocarlo.
Anda el del contrabajo es monísimo ¿cómo será enrollarse con un músico?. Este de al lado no para de moverse, parece un saco de pulgas, me esta poniendo nerviosa. Ahora que se ha ido me estoy relajando demasiado ¿mira que si me duermo?. Bueno, mientras no ronque.





M. Carmen Artaza