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Había una vez una Mosca que todas las noches soñaba que era un Águila y que se encontraba volando por los Alpes y por los Andes.
Una mañana al despertar, comprobó que ya no era una mosca, habiéndose convertido en un verdadero águila. Aun creyendo que todavía soñaba, elevó el vuelo y subió hasta que pudo ver desde las alturas, lo que hasta entonces solo veía alzando la vista.
A velocidad de vértigo, cruzó bosques y ríos; y sobrevoló montañas y nubes, sintiéndose el rey y señor de los cielos.
Pero de repente, cuando se encontraba alcanzando la cima del mundo, sintió como una puñalada en su pecho, que lo hizo primero frenar el vuelo y luego caer en picado, sin ninguna esperanza de evitar estrellarse contra el suelo.
Y a escasos metros de su final, comprendió que no todo su cuerpo se había convertido en águila, ya que su corazón continuaba siendo el de una mosca, corazón que no pudo soportar tanta emoción y felicidad.

Francisco Javier Dávila Payan