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SONES
Ese Tic Tac que
escuchamos hace rato sonaba en mis oídos como música celestial.
Ahora, después de tu
confesión, el Tic Tac continúa inexorable, pero no lo oigo, no
quiero escuchar sus sones de marcha fúnebre.
Prefiero soñar que el
tiempo se detuvo entonces, cuando yo creía que arrullaba nuestra
felicidad, sin ni siquiera imaginar que tú ya preparabas tu “tocata y
fuga”.
Mercedes R. de Zuloaga
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ASUNTOS
DE FAMILIA
Pero esta vez ella
lloró... cuando vio el furgón policial de su madre Lorena y de su
tío Luis. Ella lo había promovido.
Desde niña veía al
fantasma de su abuelo Tomas deambulando por la casona, señalaba las
timbas de la abuela Adela y la de su padre Jacinto. Ella creció en
ese remanso de paz de aquel hogar, con una madre depresiva y un tío
taciturno dado a la noche y a los juegos con la criada Juliana, que
llevaba allí tanto tiempo como la casa. El pueblo hablaba mucho de
aquella noche en que perdieron la vida la abuela y su padre. De que
si su tío y su madre eran amantes.... Rosa se centraba cada día más en descubrir la verdad de aquel accidente. Ambos se quedaron
con la herencia que se repartió y con la condena de seguir viviendo
todos en el caserón familiar. Por eso ella lloró, pero aún más
por no volver a ver el fantasma del abuelo, ya que descansaría en
paz para siempre.
Lola Sigler
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NARICILLA
RESPINGONA
Naricilla respingona y
cuerpo de girasol
ojos verdes como el agua,
del caribe soñador
piel blanca como la sal
los dientes de perlas
finas
con el salero de cai, cuando cruzas las esquinas.
Entró en un restaurante,
para tomar el cafelito
un chaval que la miraba
y le guiñaba el ojito,
señorita por favor, en
qué la puedo atender
póngame usted un refresquito, que vengo muerta de sed.
El camarero con arte , el
refresco le llevó
y en la otra mano llevaba,
una rosa con olor
señorita para tí, que te
la regalo yo
esa rosa se merece, que
esa nariz respingona
perciba este lindo olor.
Juana Muñoz
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El
concierto (monólogo interior)
!Qué bien¡ que relajada estoy, que a gusto, con el día
que he tenido hoy.
Mira quien está ahí,
Pepe, si llego a saber que le gusta este tipo de música
le doy la entrada que me sobraba. Ya empiezan, qué bien
suena, que instrumento más raro toca el calvito, eso tiene
que ser una “ harta” de difícil tocarlo.
Anda
el del contrabajo es monísimo ¿cómo será enrollarse con
un músico?. Este de al lado no para de moverse, parece un
saco de pulgas, me esta poniendo nerviosa. Ahora que se ha
ido me estoy relajando demasiado ¿mira que si me duermo?.
Bueno, mientras no ronque.
M.
Carmen Artaza
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La
bella de mi parque
Naricilla
respingona y un cuerpo de escándalo, le dije al banco en el cual me
hallaba sentado y en el que pasaba últimamente la mayor parte de mis
días. Le contaba cosas de mi pasado, de mi presente e incluso de
mi futuro, pero él prudente como buen banco que era, nunca me
hizo ningún reproche.
Era
una mañana soleada de primavera y la chica de naricilla
respingona paseaba por el parque, calzaba unas botas de piel de ante
negras y de gruesos tacones, un pantalón muy corto ceñido al talle
y una camisa celeste que anudaba a su cintura, dejaba al descubierto
su bello y sensual ombliguillo.
Hermoso
cabello castaño que ondeaba orgulloso con la pequeña brisa
de la mañana; sonrisa suave y desenfadada; ojos color zafiro y
mirada misteriosa. Para mí era la belleza convertida
en mujer. Al pasar junto a mi lado, giró ligeramente su mirada y
me lanzó una de sus sonrisas que al momento le devolví
amablemente. La seguí con la vista y advertí como se detenía
y volvía sobre sus pasos sentándose en el banco junto a mí. Nunca
hasta ahora nadie se había fijado en un pobre como yo, enfermo,
desahuciado, sin puerta a donde llamar y sin lecho que calentar.
Me
miró y enfrentando su cuerpo al mío, una fragancia comenzó a
emanar de su cuerpo, quedando posteriormente sumido en un letargo
del que no despertaría hasta llegar a un lugar maravillo y de
increíble belleza, donde todas las personas de aquel lugar, al
verme parecían estar esperando mi llegada.
Sin
embargo allí, en el parque, un banco permanece desocupado,
esperando que alguien se siente en él, le cuente historias y lo
saque de su letargo.
José
María Barrios
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MICHI MI GATITA
Mi hija me puso en el hueco de la mano una bolita de pelo minúscula que parecía no tener huesos, ni dientes, había que alimentarla con una miguita de pan con leche. Confieso que sentí un flechazo.
Y cuando había que encerrar en un globo algo sugerente, ni lo dudé y la encerré. Más tarde sí, y entoné el "mea culpa " cuando otras compañeras encerraban cosas de más trascendencia o entidad. La amistad, el hambre, la tortura, la guerra o la paz y el mío podría parecerles muy banal. Ya sé que todos somos un granito de arena, que algo podemos aportar para remediar alguno de estos grandes problemas.
Pero¿ cómo un grano puede ayudar a remediar lo irremediable?
Y no cambié el nombre de mi globito estrella, epicentro de una nebulosa inmensa, que llené con tantos globos, que no cabían más. Decían libertad, inteligencia, amor, olor, juego, gracia, equilibrio, familia, compañía, calor, recibir, volcar... Volcar en ella la afectividad que sentía y no podía dar, a lo mejor a unos hijos que les parecía cursi, pesada, pero era una necesidad el "dar". Y ahí estaba ella con su felina belleza, elegante andar y mirada inteligente, dándome compañía, calor, relax, equilibrio y libertad.
Evoco con amor, con dolor a mi gatita. ¿Qué sabe nadie cómo me siento yo? ¡Oh Dios, si no lo se ni yo!
Mª Luisa Martín
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