DESPUÉS
DEL ALMUERZO
Después de almuerzo, él
se levantó, hizo una disimulada señal al maitre que desde una
prudente distancia esperaba: le pidió la cuenta. Recorrió con la
vista aquel pequeño y exclusivo salón que tantas veces había
disfrutado . Pagó y se volvió hacía mí con un susurro: “Lo
siento”, bajó los ojos y desapareció lentamente de mi vida.
Pilar Perdices Galán
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