Otra
tarde más
Blanca como cada tarde
después del almuerzo se pierde entre los utensilios de cocina, los
deja caer de golpe al limpiarlos, suspira, se irrita con la cesta del
pan que siempre se resiste a entrar en el pequeño mueble, 30 largos
años juntos, en esos momentos de sus vidas ella quiere presente, él
deja pasar el tiempo.
Cuando ella coloca
milimétricamente la planta en el centro de la mesa del comedor,
Fabio ya ha entrado en el letargo de cada tarde, engullido en el
verde sofá.
Lo observa, sus
marcadas arrugas, su pelo escaso. Al verlo cabecear ante la inercia
de la posición adoptada,, le parece mucho mayor. Otro suspiro.
El aire se hace paso,
no sin dificultad, en su pecho, sus pasos apesadumbrados la acompañan
al dormitorio, donde descubre sin asombro, a un fornido hombre en su
pulcra cama.
De inmediato la
requiere con unos vivos y bellos ojos, que le desarman al instante
cualquier atisbo de inapetencia.
El temor que siente al
saber a su marido en la habitación contigua, se desvanece con una
pasión que envuelve sus sentidos durante años adormecidos.
De repente irrumpe
Fabio en su dormitorio y ella … se inquieta, se encoje, y al tocar
en una furtiva caricia sus propios labios, se estremece,
volviendo....bruscamente a la realidad.
Pilar Ricoy
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