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PÁJARO HERIDO




En nuestro primer contacto nos despojamos de la ropa con desespero, una vez calmados

 los cuerpos aparecieron las palabras, mostrándonos y dejándonos expuestos como suelen 

hacer en la intimidad.

En ella no hubo miradas, ni destellos en sus ojos, fue honesta conmigo desde el primer 

momento. Supe de su negativa a mantener cualquier relación que fuera más allá de todo 

eso.

Y yo, en uno de sus estremecimientos he vuelto a sentir la vida. Hay algo muy hermoso en 

su interior, cerrado a cal y canto.

Andaré de puntillas tratando de iluminar ese oscuro espacio, en un intento de desplegar 

sus alas aprisionadas.


                                                                       





Pilar Ricoy
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