•13:40

¿Descansaré en paz?



Roncaba, roncaba y seguía roncando. Desesperada por mis sucesivas noches de insomnio, cogí uno de sus sudados calcetines del día anterior y con mucho cuidado, para no despertarlo, se lo introduje en su abertura bucal.

 Con rapidez, esos sonidos, se convirtieron en suaves pero extraños. Por fin, pude quedarme dormida. Por la mañana, después de mi descansada noche, desperté y pude comprobar que del calcetín sólo sobresalía la liguilla, y ¡sus ojos terroríficos me miraban sin pestañear...! 


                                                                           



Isabel Vieira
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