•9:26


Como tantas veces había hecho de niño, esperé con cierto miedo a quedarme solo en casa: miré por la ventana, y mi mirada la seguía hasta que cruzó calle abajo.
Comprobaba cada rincón de la casa, y por fin estaba a solas conmigo. Subía las escaleras hacia mi dormitorio, y al entrar corrí el cerrojo. Todavía seguía sintiendo el mismo terror que cuando era niño.
Abrí el armario y aparte a un lado mi uniforme, con sus condecoraciones, para poder sacar la caja, que junto con su llave, guardaba mi mayor secreto. Frente al espejo desnudo, me quedé mirándome, estaba atrapado en este cuerpo.
Abrí la caja, saqué el vestido, los tacones y el carmín pero...debía darme prisa, pues mi mujer no tardaría en llegar.


Carmen Crespo Marco



•9:31



No me gustan las guerras, ni los funerales.
No me gustan los malos tratos a mujeres, ni a los hombres, ni a los animales, ni a nadie.
No me gusta que se agreda al medio ambiente con muchos coches , aviones, ni cohetes a la luna.
No me gusta el narcotráfico, las drogas ni el armamento, la trata de blanca, la prostitución.
No me gusta que se ridiculice a las personas con el sólo fin de hacerse el gracioso o el más fuerte.
No me gusta ver a los niños en las guerras, ni en los basureros, ni en las minas, ni en ninguna forma de trabajo.
No me gustan las dictaduras.
No me gustan los engaños
No me gustan los abusos.

Mercedes Gómez

•9:42

Recuerdo el olor a jabón Heno de Pravia, a pesar de los años que han pasado, cada vez que lo huelo se me eriza la piel. Su fragancia me despierta sentimientos vividos en mi tierna infancia y una amplia sonrisa me sale de oreja a oreja
Su aroma se desprendía al abrir los cajones de ropa, entre las sábanas blancas y recién planchadas y como olvidar el temido baño que tras correr a mi madre por toda la casa, al final conseguía atraparme y eran tan eficaces las friegas que con él me daba, que además de oler bien, debía quedar muy limpia, porque ya no me bañaba hasta la próxima semana.
El alcanfor anunciaba la llegada del invierno, mi madre habría el enorme baúl, comenzaba a sacar mantas, abrigos, el frío no tardaría en llegar y ese olor se extendía por todos los rincones de la casa. Sería el abrigo heredado de mi hermana mayor quien me lo recordaría todos los días. En las mañanas de frío, cuando nos levantábamos temprano para ir a la escuela. Mi madre nos preparaba el candié y solo con olerlo entraba en calor, aunque... con el tiempo comprendí por qué en la escuela nunca me salieron las cuentas.
El olor a las flores me anunciaba el final del largo invierno. Un paseo por la playa me lo confirmaba. Mis hermanos y yo jugábamos descalzos por la arena y el olor a mar, ese si no lo sientes, ese olor no lo puedes explicar...


Carmen Crespo Marco
•10:00

Si un entrevistador, en plena calle, me hiciera esta pregunta, tras pensármelo detenidamente durante un buen rato, le contestaría… –“ahora no tengo tiempo, lo siento”-. Porque la verdad, es una cosa que nunca me he planteado. Además, si te detienes a meditar sobre ello, te surge enseguida otra pregunta “¿Rico o pobre? ¿En comparación con quién o con qué?”

Es como preguntarle a una persona muy rica ¿es usted millonario? Seguramente te contestará, “antes si era millonario, hoy ya no, a alguien le dio por cambiar la moneda y mis cien millones de pesetas se convirtieron, de la noche a la mañana, en solo 600.000 euros, ya no llega ni a un millón, por lo tanto, ya no soy millonario”. ¡Pobrecito!

Pues bien en lo referente a ser rico o pobre, también me tengo que comparar. Así pues…

En lo estrictamente material,
-Me considero pobre cuando me cruzo con el de los 600.000 €, cuando veo a personas diariamente con ropas de marca y además de las que no son falsificadas, cuando veo el boato que se forma por la boda de una duquesa y un funcionario desinteresado…
-Sin embargo me considero amargamente rico, cuando veo tanta hambre en el mundo, cuando me entero que con lo que yo gasto un día en ir al cine y tomarme unas palomitas y refresco durante la proyección, una familia sub-sahariana comería durante toda una semana.

En lo intelectual,
-Me considero envidiosamente pobre, cuando escucho a alguien que sabe escuchar, cuando veo a personas que saben ver, cuando hablo con alguien que me escucha y me mira.
-Al contrario, me considero enormemente rico cuando me comparo con personas que escriben a gritos, que recitan a puñetazos o que dentro de un libro, solo saben mirar.

En lo espiritual
-Soy muy pobre cuando veo a gente que cree y cuyas creencias, además, les da sosiego, paz y tranquilidad ante un futuro incierto.
-Pero me convierto en una persona muy rica al encontrar creyentes que van a Dios rogando y con el mazo dando o con el futuro amenazando.

En lo humano
-Soy extremadamente pobre ante seres que saben dar más de lo que tienen, que saben vivir con mucho menos de lo que poseen y que solo necesitan la cuarta parte de lo verdaderamente necesario.
-Pero me vanaglorio de ser rico ante el despilfarrador, frente a los egoístas y junto a los envidiosos.

En lo físico.
-Me considero pobre ante verdaderos deportistas que ejecutan proezas por el simple hecho de conseguirlas, sin necesidad de doparse con altos sueldos.
-Pero me siento tristemente rico, cuando me veo frente a minusvalías inexplicables, a enfermedades arbitrarias y ante muertes injustas.

En el valor,
-Me considero pobre cuando veo a personas escalar alturas que me hacen temblar las piernas, incluso tras la pantalla de un televisor…
-Pero me considero rico cuando conozco a alguien que no tiene el valor de decir la verdad, de reconocer un error, de pedir perdón.

Y por último, en el amor,
-A cada rechazo que he sufrido a lo largo de mi vida, siempre me he sentido muy pobre…
-…pero a la vez, me consideraba enormemente rico por poseer la capacidad de enamorarme.
Y ahora sí creo estar en condiciones de contestar al hipotético entrevistador de plena calle. Ahora y después de haber meditado estas comparaciones, yo le preguntaría ¿Y tú, te consideras rico o pobre comparándote conmigo?

Francisco Javier Dávila Payán
•9:21

Recuerdo y me gusta el olor de la higuera, me trae aromas de mi infancia, cuando pasaba el verano en un bonito pueblo Conil, sin tanto turismo como ahora. A la vuelta de la playa, subíamos una cuesta muy empinada, era una calle muy bonita y había una o dos higueras, en cada blanca casita, con sus grandes hojas y su buena sombra.
Sentarse debajo de una era un placer ¡que fresquito! Y ahora, al cabo de casi cincuenta años, experimento lo mismo que cuando era niña.
Vuelvo de la playa de La Caleta y para esperar el bus, me siento debajo de los ficus del Mora, también son higueras, aunque distintas, me pongo a respirar profundamente, relajadamente, que olor más grato y que dulce recuerdo, fue el primer árbol que vieron los recién nacidos ojos de mi niña.
Destaco también los olores de la plaza de España donde vivo y me crié, el césped recién cortado, el del laurel de indias, la dama de noche o galán, como le llaman en Sudamericana, las rosas, geranios, margaritas y aunque no olían, también recuerdo la flor del trébol, que los niños llamábamos vinagreras, tenían un sabor muy parecido al vinagre. Y volviendo a mi higuera, Buda se sentaba (según las escrituras) debajo de una para meditar, algo tiene que tener de especial, al menos para mí.

Charo Moya
•9:31

Y además nos hace daño, el sistema que se ha impuesto en España y aún más en Andalucía, lo mal que se nos ofrece..... -Siguen las ferias, los carnavales,la semana santa...Todo de cara a no desfallecer, es una careta igual que la del payaso.

Pero el daño ya está hecho y será muy dificil salir de él.
Sólo se perciben aquellos que se le rompieron sus ideales, que perdieron sus trabajos y aún sus empresas y sus familias rotas. Estos anónimos que lloran sin ser oidos.,sin poder entender aún el porqué y el cómo.

¿Cómo, si yo lo hice todo bién? .Les duele en el alma.
Tiempos pasados son perdidos. ¿ Tardarán mucho en volver....?


Lola Sigler Guerrero
•9:35

Tu y yo podríamos pasear juntos bajo ese cielo estrellado, podían ser horas y horas y nunca nos diríamos todo lo que nos queremos y lo felices que seríamos si pudiéramos estar juntos, pero... ¿de dónde podríamos sacar el valor para descubrir nuestra historia de amor?

Las estrellas son las únicas que no nos juzgarían y no nos pondrían adjetivos peyorativos. Seguiremos paseando por separado bajo ese cielo estrellado.


Mari Carmen Artaza


•9:43


Son las doce horas, un minuto y quince segundos.


Sale de trabajar, cruza la calle. Deseoso de llegar a casa para ver a su rubia.


Su paso es ligero, le tiemblan las piernas y el corazón le va demasiado deprisa.


Ya casi está, sube las escaleras. Ansioso llega a la puerta, la abre, cruza el salón, sigue por el pasillo.... ya está cerca.


Su corazón le palpita, parece que se le va a salir.


Se dirige a la cocina, la cruza, abre la nevera y allí está ella.


GUADALUPE CRESPO MARCO

•9:12

Empresa en expansión : la paz mundial.

Por la unión de todas las razas y religiones.

Todos hemos nacido para la paz.


Requisitos: la paz necesita: jóvenes rebeldes e inconformes, con ganas de cambiar este mundo de guerras y egoísmos.


Edad mínima: desde la adolescencia hasta la sabiduría de los ancianos .


Que tengan: ímpetu, que den la cara por los demás, que sean sobre todo solidarios sin medidas, arriesgados, valientes, trabajadores, que no se rindan nunca.


Se buscan: seres humanos excepcionales y ese eres tú, la paz te necesita a ti.


Se ofrece: una vida plena llena de amor, para vivirla solo tú, experiencias garantizadas en valores humanos plenos.


Formación: a cargo de la vida, de los grandes hombres y mujeres que en todas partes del mundo luchan por la paz.


Pepi Salado

•9:22


Un día el mundo se acabará con la sequía. La falta de precipitaciones, hará que cada vez, más partes de la tierra queden desertizadas. A menos lluvia, menos bosques, pero a la vez, a menos bosques, cada vez habrá menos lluvia. Los ríos se secarán, los acuíferos subterráneos desaparecerán. El agua será un preciado tesoro por el que los humanos pelearan como antaño lo hicieron por el oro.


Habrá un clima seco, asfixiante, con ambientes polvorientos por donde nos arrastraremos en busca de una simple gota de agua. Las nubes serán un recuerdo del pasado; el sol, cada vez nos abrazará más y más; y nuestra piel, a lo largo de generaciones irá mutando a una especie de costra reseca de donde desaparecerá cualquier atisbo de poro. Ni el líquido sudor, recordaremos.


Pues incluso con esta expectativa, yo por si acaso, este Jueves Santo cogeré un paraguas.

Francisco Javier Dávila Payán


•9:30


Una persona justa es aquel que defiende la igualdad y no está por encima de los demás.

Pepe, era una persona con muchos valores, no soportaba las injusticias, ni estar por encima de los demás, como mucho igual, era una persona justa.

Maruja y Pepe tenían seis hijos, Paco, Ana, Pepe, Maru, Antonio y Arturo. Allá por los años cuarenta al cincuenta pasaron mucha hambre.

Pepe trabajaba de maestro albañil, y también hacía chapuces hasta altas horas de la noche. Todo el dinero se lo entregaba a su mujer.

En aquellos tiempos, las madres cuidaban mejor a los padres que a los hijos, como ellos trabajaban...

Maruja todos los días hacía el rancho, y cuando no tenía nada, ponía la olla con agua en la candela,no quería que los vecinos supieran que no comían.

Cuando Pepe regresaba, ella le tenía la mesa preparada ¡Que bueno! Hoy mi marido va a comer huevo frito, eso creía él llamó a todos sus hijos y a cada uno le mojaba un migote en el huevo, y si llegaba alguien también le daba.

Mi madre le llamaba” mediohuevo”. Fue una persona justa y un padre ejemplar.

Ana Varga Machuca
•9:26



Son las doce horas, un minuto y quince segundos. El tren pasa produciendo una gran corriente de aire y un ruido ensordecedor, pero ni las cabras que pastan cerca de la vía, ni Mariano el pastor,se asustan. Todos los días pasa a esa hora y ya están acostumbrados.

Algún día iré yo en ese tren, les dijo Mariano a las cabras, que eran las únicas que lo oían y como tampoco le respondían, se lo decía todos los días desde hacía 30 años. “La posibilidad de realizar un sueño es lo que hace la vida interesante”.

Mª Carmen Artaza

•9:27


El mar estaba quieto en la noche que envolvía la luna con un resplandor helado. Desde cubierta, lo veía extenderse como una infinita pradera.

Y mientras esperaba ser relevado, una ola de nostalgia y melancolía recorrió todo mi ser, y poco a poco fui retrocediendo en el tiempo, y mirando al mar, me vino a la memoria, esa poesía que había hecho con siete años por la que habían puesto un diez.


EL MAR


Estaba yo caminando

por la orilla del mar

una ola muy traviesa

a mi me quiso tirar.

!Olita,olita linda!

¿porque me quieres tirar?

si vengo todos los días a verte

a la orilla del mar.

Volando por tu mar

veo pasar las gaviotas

navegando por tu mar

veo los barcos pasar

Y admiro tanta belleza

que me abrazo a mi mar.

Estaba yo paseando

por la orilla del mar

vino una ola traviesa

ya no me quiso tirar.


Guadalupe Crespo Marco
•9:40


Recuerdo el olor a jabón Heno de Pravia, a pesar de los años que han pasado, cada vez que lo huelo se me eriza la piel. Su fragancia me despierta sentimientos vividos en mi tierna infancia y una amplia sonrisa me sale de oreja a oreja.


Su aroma se desprendía al abrir los cajones de ropa, entre las sábanas blancas y recién planchadas y como olvidar el temido baño que tras correr a mi madre por toda la casa, al final conseguía atraparme y eran tan eficaces las friegas que con él me daba, que además de oler bien, debía quedar muy limpia, porque ya no me bañaba hasta la próxima semana.


El alcanfor anunciaba la llegada del invierno, mi madre abría el enorme baúl, comenzaba a sacar mantas, abrigos, el frío no tardaría en llegar y ese olor se extendía por todos los rincones de la casa. Sería el abrigo heredado de mi hermana mayor quien me lo recordaría todos los días. En las mañanas de frío, cuando nos levantábamos temprano para ir a la escuela, mi madre nos preparaba el candié y solo con olerlo entraba en calor, aunque... con el tiempo comprendí por qué en la escuela nunca me salieron las cuentas.


El olor a las flores me anunciaba el final del largo invierno. Un paseo por la playa me lo confirmaba. Mis hermanos y yo jugábamos descalzos por la arena y el olor a mar, ese si no lo sientes, ese olor no lo puedes explicar...


27-09-2011

Carmen Crespo Marco

•9:20


No se por qué... hoy he notado un aroma que estaba escondido dentro de mí... En principio este hecho no deja de ser algo intrascendente... sin gran importancia... pero este olor a leña que arde y pan recién nacido ha desencadenado una serie de sensaciones que me han trasladado en el tiempo y en el espacio... He vuelto a aquellos tiempos de niño y he vuelto a aquel pequeño pueblecito que permanecía dormido en mí... Era Xauen... aquel Xauen... más allá del mar...en otro continente... pero lo he sentido cerca...


Recordé cuando, entonces, pasaba delante de la puerta de un horno de pan, con ennegrecidas paredes, que presentaba apilados sus pequeños troncos de leña. ...Me inundaba su olor que pronto se convertiría en el suave aroma del pan que sale a la luz...


Aromas...


Recordé, bajando la calle, a la mujer sentada en el suelo con su mercancía dispuesta en manojos y me acerqué para sentí el arrebato del poleo, la suavidad de la hierba luisa, el tonificador olor del cilantro, la simpleza del perejil, la acritud del orégano, el alegre perfume de la albahaca... la suavidad halagadora de la hierbabuena...


Aromas...


Recordé, al cruzar aquel huerto, el olor de las higueras...


Aromas...


Recordé, junto a los jardines, la fragancia del azahar y el jazmín...


Aromas...


Y recordé, cuando dormía, el suave y cálido aroma del beso de mi madre...


20-09-2012

Domingo Outón

•9:20

No me gusta que a los toros te pongas la minifalda, Enrique. Deja ya de dar la nota con esas piernas llenas de pelo. No me gustan tampoco los toros, o mejor dicho, los espectáculos en los que a estos los torturan, pero ya que tienes que ir a una corrida, al menos ve un poco decente y ponte unos pantalones.
No me gustan las niñas del Mercadona, te tratan mucho mejor las del Hipercor, aunque menos me gustan las del Día. A mi, las que de verdad me gustan son las de la noche.
No me gusta que el peluquero de mi barrio, me pregunte cada vez que llego, ¿que desea que le haga el señor? Cuando sabe que solo voy a cobrar la comunidad.
No me gusta que el chino de mi esquina, me atienda siempre con una sonrisa rayando la estupidez, pero menos me gusta, que el moro de la esquina, continuamente me trate como el que teme que le robe algo.
No me gusta que después de haberlo intentado diez o veinte veces, venga alguien y acierte a la primera, y encima me diga," ¿ves? era así".
No me gusta que cada vez que voy a hacer una foto familiar, alguien diga "a mi no me saques, que siempre salgo fatal".
No me gusta la obsesión que tienen todos los showman de espectáculos en directo, de escoger siempre, como diana de sus bromas, al calvo de la fila cinco.
No me gusta, que cada vez que intento comprobar si la luz del frigorífico se apaga o no al cerrar la puerta, termine pillándome el cuello con esta.
Y por ultimo, no me gusta, que habiéndose acabado todas las cosas que no me gustan, vea que este ejercicio pide unas veinticinco lineas y aun solo lleve veintidós, por lo que tendré que añadir tres lineas mas:
Así que agregaré que no me gustan los reyes, porque tienen yernos que no son de fiar, prefiero a Papa Noel, que al fin y al cabo, la nieve con la que se relaciona es la del Polo Norte y el saco que lleva es para dar regalos, y no para llevárselos.

Cadiz a 17 de Enero de 2012
Francisco Javier Davila
•9:21


En el mundo, cada cuarto de hora transcurren, exactamente, quince minutos. Y cada uno de estos minutos, trae consigo sesenta segundos.

En el mundo, a cada segundo se dicen alrededor de dos millones de mentiras, por lo que no hay que ser muy docto en matemáticas para saber que, en el mundo, cada cuarto de hora se lanzan mil ochocientos millones de mentiras.

Por tanto, en el mundo…

Cada cuarto de hora, mil ochocientos millones de personas violan uno de sus principales preceptos divinos y humanos, la verdad. Y a la vez, cada cuarto de hora, a mil ochocientos millones de personas se les despoja de su derecho a la veracidad.

Y todo esto provoca…

Que cada cuarto de hora, muchos niños pierden su pureza ejecutando su primera falsedad.

Que cada cuarto de hora, muchos adultos oculten la verdad tras pretextos inventados.

Que cada cuarto de hora, muchos enamorados sean engañados, precisamente, por las personas en las que más confían.

Que cada cuarto de hora, muchos amigos hieran la confidencialidad que debería de ser innata a su naturaleza.

Que cada cuarto de hora, muchos padres sean traicionados por aquellos a los dieron la existencia.

Por todo ello, al igual que se hace con otros borrones de la escritura sobre la humanidad, cada cuarto de hora deberíamos de celebrar el día internacional de la verdad, para que al menos, cada cuarto de hora, mil ochocientos millones de acciones fueran puras.

Pero no me pidáis que sea yo el que lance la primera piedra, ya que si os prometiera que no voy a mentir, tan solo estaría contribuyendo a los doce millones de mentiras que se han realizado en el mundo, durante el minuto que ha durado esta lectura.



20-09-2012

Francisco Javier Dávila Payán