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Melodía
de amor entre líneas
Ya
han pasado 2 largos años desde que ella apareció en su vida
suavemente, sin pretensión alguna, ni mucho menos aspiraba a ser el
centro de su existencia, como así resultó ser …
Pablo
por aquél entonces se encontraba concluyendo su matrimonio. El
descuido de la ternura ahogó en un profundo océano cualquier
atisbo de ilusión en sus vidas, manteniendo a flote sólo reproches
y discusiones.
Se
instaló en un pequeño y cálido apartamento, no muy lejos de la
casa familiar, asegurándose así seguir presente en la vida de sus
retoños.
Tuvo
que pasar algún tiempo para acomodarse en el silencio, la soledad le
susurraba su presencia continuamente, borrando todo color en su
ánimo.
Una
vida entregada por entero a la familia no dejó espacio para cultivar
nada más.
Fue
así como cedió a lo que siempre se había negado, utilizar las
nuevas tecnologías como recurso para relacionarse. Pronto se
sumergió en las redes sociales, al ver que le ofrecían la
posibilidad de contactar según su disponibilidad y horarios.
El
reencuentro de amigos y algún que otro familiar, así como
participar en conversaciones ajenas a su situación, hizo que entrara
cierta agilidad y frescura en su vida.
Fue
a través de un chat donde conoció a Gabriela, hablaron desde el
primer momento con la naturalidad que surge cuando no se pretende
nada, ella era de Honduras, lo que propició un intercambio
inmediato de sus distintas culturas sin otro tipo de presentación.
Pronto
mantuvieron un fuerte y cercano vínculo, gracias a WhatsApp, ésta
aplicación les llevaba la inmediatez del instante del otro,
compartiendo ideas y sentimientos, grabaciones con el calor de sus
voces, vídeos compartiendo el lugar donde se hallaban y así … un
sin fin de acercamientos a través de esos leales cómplices, sus
móviles.
Él
era atento y honesto en sus manifestaciones, fue retomando el
humor que creyó perdido a través de la ilusión que le traía ella.
En
las palabras de Gabriela, le llegó la dulzura que tanto anhelaba, a
la vez que una madurez de la vida que lo llenaba de admiración.
Ella
era voluntaria en una organización en su propio país, trabajaba en
una aldea donde el objetivo principal era la protección de niños
sin familia.
Pablo
entró en su vida como ella en la de él, a través de la ilusión
por compartir, ya que a ambos les unía desde un principio ese tipo
de soledad que descoloca cualquier corazón.
Gabriela
llegaba a casa al anochecer, al colgar su máscara de fortaleza y
entrega, se topaba de bruces con su vulnerabilidad y su carencia de
amor como mujer, su argumento siempre fue el mismo : no tenía
tiempo para cuidar de nadie más.
Pronto
con sus mutuas atenciones y el buen hacer de las palabras, se fue
convirtiendo ese vínculo tan especial en un sincero y gran amor.
Él
rebosaba alegría, se encargó de transmitírselo sin descanso,
acompañándola en cada momento que le era posible, haciéndole
llegar continuas muestras de sus sentimientos y de su gozo por
amarla.
Ella
se sintió amada y protegida, sus días se llenaron de una ilusión
en la que sonaba una melodía continuamente a su alrededor,
convirtiendo el quehacer diario en algo excepcional.
Necesitaban
verse, tocarse, entenderse sin palabras … pero el devenir de sus
vidas hizo que pasaran 2 años sin conocerse personalmente. Habían
pretendido colmar su amor y su deseo detrás de una pantalla digital.
No era ningún juego, no eran niños, y se les iba la vida en ello, a
veces tanto sentimiento sin el otro, los hacía frágiles.
Pablo
obtuvo un permiso de 5 días en la empresa de mensajería donde
trabajaba, sin pensárselo dos veces, voló hacia ella extendiendo
sus alas llenas de emociones encontradas... ilusión, dudas, amor,
¿cómo se sentirían?, ¿habría tanta conexión como por escrito?,
¿y las noches... sentirían la misma pasión que en sus juegos a
través de las palabras? ¿ cómo sería su piel?, ¿se
entenderían? , tenía tanto de que hablarle... sentir su sonrisa, su
olor, su mirada, esa misma noche en su último mensaje le escribió:
“en
sueños, la marejada me tira del corazón. Se lo quisiera llevar”.
Tú eres mi mar.
Durante
el largo y dificultoso trayecto hasta llegar a Copán, pequeño
pueblo donde ella residía, le conmovió el esplendor de la
naturaleza de ese bello país, era el principio de un hermoso sueño,
esa tierra cargada de selvas y montañas, poblada de gente amable y
sonriente, no podía presagiar otra cosa que no fuera hermosa.
Él
llevaba envuelto su corazón en papel de regalo.
Ambos
andaban nerviosos como niños, ansiando que no ocurriese ningún
contratiempo, con esa inquietud que surge cuando la felicidad parece
acompañarnos.
Por
fin llegó el momento... tan emotivo fue el encuentro, que se
quedaron uno frente al otro, inmóviles, en silencio, mirándose con
una ternura infinita... hasta que él la elevó en sus brazos
comiéndosela a besos, ella … reía plena de felicidad.
Fueron
5 días en los que exprimieron el tiempo a la vez que lo detuvieron.
No era una fantasía virtual lo que provocaba esa entrega absoluta en
cuerpo y alma.
Las
palabras tan usadas entre líneas no fueron necesarias.
Cuando
se quiso dar cuenta, Pablo se encontró volando de regreso a casa
emocionado por la grandeza de lo vivido, se despidieron sin
encontrar la sonrisa , no sabían cuando se volverían a ver.
Al
llegar a casa, miró cada rincón de su estancia como si no hubiese
estado nunca en ella y antes de que esos maravillosos días se
perdieran en su conciencia como una realidad, sintió la necesidad de
rememorar todo cuanto traía en su corazón.
Y
así con su rostro bañado en lágrimas se dispuso a escribir su
primer encuentro con ella: La
miré a los ojos, se paró el tiempo, bajó la mirada halagada y
comprendiendo. No dejé de mirarla, sus ojos languidecieron al
besarla. Me miró estremeciéndose, entré de puntillas en su alma.
Emprendimos la ceremonia, no queríamos prisas, aunque pronto con los
latidos de nuestros cuerpos vibraron nuestras grandes alas. ¡ Entre
nosotros estallaron múltiples flores blancas!
Esa
noche, después de unas horas resguardando entre palabras muchos de
los momentos vividos, se durmió con todo el dolor en su corazón de
un poeta exiliado.
Segundo Accésit Certamen Literario del Puerto:
"La arboleda Perdida" y Fundación Rafael Alberti
Pilar Ricoy Mera
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