•9:36

 A la sazón 
 
Mi cuerpo se pasea por la Sala de los Reyes llena de yelmos y espadas y dos cruces góticas, una sobre la escribanía y la otra presidiendo un trono sobre el lienzo tras de mí. Las paredes son portadoras de logros y conquistas. El aire recio de la estancia, empapado en esencia de bergamota y laurel, infunde sobre la corte la sabiduría o necedad de los mandatos y el suelo que pisan, insensibilizado por trazos de sangre vertida y divinidad alcanzada, les sostiene de rodillas y cabeza baja. 
Cuatro vidrieras iridiscentes trasfunden rayos de luz tamizada que forman pequeños arcoíris entre ellos y su monarca, como barrera infranqueable entre lo divino y lo mundano. No falta en mi presencia el ministril melifluo para cubrir las vergüenzas del trovador e inundar los sentidos, con las notas que tañe de su viola buena y bien templada que acompaña recitando gestas, equilibrando la dureza y la benevolencia del legado para goce y menosprecio del consejo de ancianos.
 “Pero yo os castigaré con su lengua romance”. Y, desde la bóveda, los cuatro jinetes que se proyectan: Critica, Desamparo, Pobreza y Soledad repican sobre mi corona lo que Dante me habló “pesado es vuestro yugo”.

                                                                        
                                                                           
Juan Carlos Canto
|
This entry was posted on 9:36 and is filed under . You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0 feed. You can leave a response, or trackback from your own site.

0 comentarios: