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No era el mar pero se le parecía. Yo no vivo cerca del mar, pero pienso tanto en él, aunque este paisaje que veo ahora me lo parece. Nací arrullada por el sonido del mar, como si de una nana se tratara. Cuando el majestuoso mar se despierta y enfurece, me asusto: su ruido, es tan fuerte, tan bravo, tan salvaje, tan penetrante que me hace temblar. No importa. Es mi adorado mar, ¡lo quiero tanto!
Es mi compañero, mi amigo fiel, siempre está ahí, lo miro , le hablo, parece que escucha, le cuento todo lo que pienso, me siento acompañada y querida, doy gracias al cielo por tener un amigo tan fiel.

                                                                   

Sara Salvago

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