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Espero
que puedas perdonarme allí donde estés, tantos sueños rotos e
ilusiones quebradas. Una buena tarde de mi juventud, la droga de la
razón entró por mis venas y desde entonces mi Dios empezó a
cambiar.
Vivir
en estado de culpa no te deja respirar, pensar. He venido a aprender
y no a pedir perdón, si se me ha de juzgar, que sea así, pero de
aquí al día de mi muerte un hombre libre de culpa he de ser.
¿Existe
algo más manipulador que la culpa?
José
Antonio Rodriguez
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