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Me
gustaría ser…
Me
gustaría ser un espejo para que todos me miraran. Tienen esa
habilidad, nadie es capaz de pasar sin echarles una ojeada, aunque
sea de reojo. Sería divertido estar en diversidad de lugares y
ambientes, ya sea reflejando rostros, decorando o ampliando espacios,
o hasta gastando bromas confundiendo a la gente.
Pero
lo que me encantaría es ser espejo de ascensor. Sonreiría por la
mañana al ver a los que van a trabajar siempre deprisa porque llegan
tarde, ellos poniéndose la corbata o abrochándose el cinturón,
ellas pintándose los ojos o la boca. Más temprano, al amanecer,
entraría el panadero, que echaría las migas que deja en el suelo
por el hueco del ascensor, y saldría el querido de la señora del
quinto que ese sí que va siempre vistiéndose y con los ojos
hinchados de sueño. Aunque algunos días yo sufriría viendo que se
retrasaba, y que el marido estaba a punto de llegar también con los
ojos hinchados de sueño pero desnudándose para meterse en la cama.
Después vería a los niños que salen al colegio, el del noveno
pintarraqueando la pared o escupiéndome insolentemente. Sobre las
doce la chica del primero vendría cargada de la compra y se metería
cinco euros en el escote, correspondientes a la sisa del día. Los
días de viento el surfista del cuarto volvería de la playa todo
mojado, y me apoyaría la tabla chorreando, ¡qué frío!. ¿Y qué
decir de los novios del segundo? Ella me miraría con cara de gusto
mientras el la estrujara y manoseara. Los viejos del tercero me
causarían ternura, siempre dándose voces para oirse y peleándose
por tonterías.
Confieso
que algunas veces me gustaría no ser testigo de algunas cosas y en
ese caso, como no, podría cerrar los ojos, desearía que se
fundieran las luces que son en realidad mi razón de ser.
Y
después de contaros esto, me pregunto: ¿qué necesidad tengo yo de
ser espejo de ascensor si sé todo lo que pasa en él? Creo que me he
equivocado. La próxima vez os diré que me gustaría ser espejo,
pero más pequeñito, de bolso de señora. ¡Qué de secretos por
descubrir!
Mercedes
Rodríguez de Zuloaga
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