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Sigo
observando mi trocito de cielo a través de mis llorosos ojos.
Enlatados sin variar posturas, sin oír el frío del mar, los llantos
ni los vómitos.
-Tú
mi niño, solo levanta la cabeza y los dos veremos el mismo cielo. Y
así fue durante toda la travesía.
Mila Ortiz
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