Aquellos
años
¡Qué
recuerdos me vienen a la mente! Añoro aquel olor de mi niñez,
cuando mi madre todos los sábados, después de hacer la “limpieza
a fondo” como ella la llamaba, recorría todas las habitaciones con
el brasero recién encendido y un pellizco de alhucema, para que
quedara impregnado el “olor a limpio”.
El recuerdo hace que se me
abran los sentidos, es un olor que nunca podré olvidar….
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PUNTO
DE APOYO
Los
hombres que a mí me gustan no saben llorar, pero lo hacen a su
manera. Le reprendieron con la célebre frase “los hombres
no lloran” desde la primera vez que se cayó en el parque, y se
tragó las lágrimas haciendo pucheros para que sus amigos no lo
vieran. Aprendió a dominarse pero no por ello es
insensible, sufre como los demás y su aparente fortaleza sirve de
apoyo a otras personas más débiles,
Así
era tu padre hijo mío, no debes olvidarlo cuando ahora,
minado por la enfermedad, lo veas hecho un guiñapo llorando y
llamando a su madre todo el día. Sécate las lágrimas , ahora
necesito que me ayudes como él siempre lo hacía, ya sabes cómo son
los hombres que a mí me gustan.
MERCEDES
RODRÍGUEZ DE ZULOAGA
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FELICIDAD A LA CARTA
Por cierto ¿hoy es
domingo?
!Pero que pesado
eres, Paco! Si sabes que no tenemos almanaque, ni siquiera pared en
la cocina para colgarlo. Ni siquiera cocina. No sé a qué a que
viene tanto interés...
Muy
fácil. Si fuera domingo, no tendría que levantarme a las seis, ni
llevar a los niños al colegio ni coger el tren para ir a la oficina,
ni soportar al Sr. Boss, ni... llevarme ocho horas estrujándome el
coco, ni coger el autobús para ir a recoger a los niños, ni …
bueno, ya lo demás sería igual que los demás días. Pero más
cansado.
Pues
lo siento, Paco. No sé si será domingo para ti, pero para mí es
viernes y hoy me voy a la clase de creación literaria, el rato más
divertido de la semana, esta vez aún más , porque los trabajos son
fantásticos y disparatados y mis compañeros son imprevisibles. !Ahí
te quedas,en esta isla en la que llevamos tres veranos desde que
naufragó nuestro barco, donde todos los días son domingos, o
viernes, o lunes según se nos antoje, porque después de todo, ¿
qué más da? Cada uno es feliz cómo le da la gana.
Mercedes Rodriguez
de Zuloaga
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Mi
Pedrito
No
vi al muñeco cerrar los ojos, mis pensamientos estaban en un más
allá, perdidos en la penumbra, donde no atinaba a enlazar ideas y
recuerdos. !Tantos que teníamos mi muñeco Pedrito y yo...! no podía
recordar esos ratos o días en los que siempre juntos, pasábamos
en esquinas delas avenidas, él inmune a los cambios climatológicos, y
yo con frío o calor , siempre estaba asombrado, mirando con
espantados ojos el devenir de los pequeños niños. Luego, mas
adelante, restaurantes y teatros donde nuestras actuaciones fueron
aplaudidas fervientemente por públicos entregados. Estuvimos unos
años recorriendo todas las capitales de provincias con éxito,
terminé extenuado de tanto trabajo y viajes.
Hoy
me encuentro postrado en esta cama, cansado y deseando llegar a la
paz y al final del camino, voy a cerrar los ojos para siempre y
encontrarme con mi Pedrito, allá donde esté.
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BORRAR
LAS HUELLAS
Deberías
airearte un poco, estas muy acalorada, le decía con sarcasmo cada
vez que tenían un enfrentamiento.
Ella,
cansada de aguantar su carácter hostil y machista, decidió
complacerlo y se fue a la playa.
La
tarde de aquel diáfano día de primavera y su mágica y prodigiosa
puesta de sol la acompañaban dándole fortaleza. Paseaba descalza
por la orilla, sintiendo el aire acariciar su jovial rostro y
observando como el astro rey se iba ocultando.
En
sus huellas iba dejando caer los motivos de su infelicidad para que
el mar los borrara para siempre.
Isabel
Vieira
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MIRADAS
DE BIGOTES
“Como un bigote
antiguo no hay otro” decía la abuela cuando nos enseñaba su
amarillenta foto de boda en el estudio de Raymundo. Luego, mirando al
abuelo embelesada añadía por lo bajini “que guapo era, se parecía
a Errol Flinn...”, y se quedaba callada. Nosotros para no
interrumpir sus pensamientos ni nos atrevíamos a preguntar quién
era aquel señor, pero siempre pensamos que era lo más.
Hoy este recuerdo ha
venido a mi mente cuando he abierto el Facebook. Pablo, su bisnieto,
siempre divertido y de simpatía arrolladora, ha colgado una foto en
la boda de un amigo. Se ha quitado la barba que llevaba últimamente
, pero conserva el bigote y ha peinado su pelo rebelde, a menudo con
rizos indomables, engominado hacia atrás. Si a esto unimos la
pajarita de etiqueta, podréis imaginar mi impresión. A su lado su
mujer lo observa sonriente y feliz.
Es probable que ella
tampoco sepa quién era Errol Flinn, pero lo que sí puedo aseguraros
es que su mirada enamorada es la misma que tantas veces habíamos
visto iluminando el rostro de mi abuela.
Mercedes Rodriguez de
Zuloaga
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DELIRIOS
Como un bigote a lo
antiguo, debajo de la nariz y con las puntas hacia arriba, se
enfrentan en un extremo la cordura, en el otro la locura. Una
invisible cuerda endurecida por el tiempo las aprisiona hasta
confundirlas. Aturdido, oigo como el último suspiro de cordura da
paso al primero de la locura.
-Creo que me voy a
rasurar el bigote, me hace delirar.
Lola Sepúlveda
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