¡CIELOS COMO BRILLA HOY EL VALLE!,tengo que plasmar esta luz en mi cuadro, y no lo estoy consiguiendo, pensaba Ana mientras pintaba.
El valle era el más hermoso del mundo, las praderas verdes y frescas, las montañas que lo rodeaban majestuosas, imponentes, eternas las nieves que en sus cimas nunca desaparecían, las aguas del arroyo, cristalinas y saltarinas la acompañaban cada mañana mientras pintaba, pero hoy no estaba centrada, era como si el valle estuviera sonriendo, contento porque llegaba la primavera y se negaba a que le robara su brillo.
Meditó durante un rato, y apresuradamente recogió todos sus bártulos.
Con un estridente silbido, llamó a su hermoso caballo, que un poco más abajo pastaba en la fresca hierba, con su melena al viento, subida en su corcel azabache y plata, llegó a lo alto de la montaña.
Rápidamente, instaló el caballete, y por sorpresa, sin que el valle la viera cogiéndolo desprevenido, le robó el brillo para su cuadro.
Paqui Fernández
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