EL contenedor de los vacíos
Al
abrir el contenedor, se dio cuenta de que estaba empezando a olvidar
el nombre de las cosas. Hacía
algún tiempo que había aprendido a capear el temporal de los
vacíos, siempre encontraba la palabra alternativa, la salida
ingeniosa ante la explicación confusa. Pero esta noche se le ahogó
el diccionario de sinónimos en la profunda oscuridad de residuos
genéricos. Era incapaz de bajar la tapa del depósito atrapado por
el temor de encerrar una parte de su consciencia. Secándose el sudor
con la manga de la camisa y sacando fuerzas de fugaces recuerdos que
jugaban al escondite, logró cerrarlo. Miró al cielo oscuro y le
complació de que nadie conociera el nombre de todas las estrellas,
aquello le llenó de optimismo, era uno más dentro de un universo
infinito…
Luis Barriga
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