•9:44


Playa-Mochila
Carlos”
¿Conocéis a Carlos? ¿No?, yo creo que sí. Creo que casi todos los que vivimos por esta zona conocemos a Carlos, aunque muchos lo conocen como “el Canario”.
Carlos es un joven de edad indefinida, su piel está curtida por las inclemencias del tiempo: el frio viento de poniente en invierno y el ardiente levante del verano.
Nadie tiene quejas de Carlos. A nadie molesta ni pide. Es un “sin techo” que duerme bajo el techo más hermoso que existe. No tiene casa, pero vive en una playa maravillosa. No tiene compañeros de trabajo, pero muchos de los que pasan por el Paseo Marítimo, por la zona en la que está él, lo saludan y se paran a hablar.
¡Qué bonito!, ¡Qué poético!, sí, pero en invierno, ese techo tan hermoso es inclemente, el viento de poniente te corta el cuerpo como finos cuchillos, los que pasamos y lo saludamos o hablamos con el nos vamos al calor de nuestras casas y allí queda él sólo.
Carlos, el Canario, hace muchos, muchos años que no ve a nadie de su familia, ¡el viaje a Canarias sale tan caro!
No lo he visto, me ha extrañado y he preguntado a mi hermano por él. “Está en Canarias, una ONG le ha pagado un billete para que vea a su familia”
Carlos cogió su pequeña mochila en la que caben todas sus pertenencias y después de muchas dudas y miedo a su claustrofobia, viajo al encuentro de su pasado.
Y yo me pregunto ¿Volverá? 

                                                                               
Regla Rodrigez 
•9:13




La vida misma


Me dicen que escriba un cuento para adultos, y no piensan que toda la vida es un cuento.
Desde el primer instante de nuestra vida, nos colocan un chupete, con el cuento que así vamos a dormir más tranquilos y relajados.
Y luego no hablemos de que al menos en mi época, nos contaban que los niños los traía la cigüeña de París, y que me decís del cuento del Ratoncito Pérez que se lleva los dientes que dejamos debajo de la almohada, y después los Reyes Magos que vienen de Oriente con regalos.
Cuando llegamos a la adolescencia, siempre el mismo cuento, hay que estudiar, es lo más importante, tener una carrera y así serás un hombre o mujer de provecho. Serás feliz, tendrás un buen trabajo el día de mañana y luego piensas en todos los universitarios con masters, con idiomas que se encuentran en el paro.
Pero bueno,  qué me decís de esos anuncios maravillosos, esas cremas mágicas que te quitan las arrugas y te retornan a los 20 años. Esos fármacos milagrosos que te hacen adelgazar sin dietas. Esos perfumes que te vuelven sexi e irresistible, esos coches que te hacen creer el dueño del mundo, un ser superior, que rebasa la mediocridad.
Por no hablar de los políticos, de los préstamos, de los bancos y de un largo etc. que sería interminable.
El problema de todo esto, de estos cuentos de la vida,  es que no podemos decir “y colorín colorado este cuento se ha acabado”

                                                                        
Marisol Acuriola


•9:04




La risa

Me gustaría ser Risa, pero no esa de ¡ ja, ja, ja! sino esa otra que te desternillas, por las cosquillas, por contagio de ver a otro reír o porque surge.
Esa que se acompaña de lágrimas limpias y que no puedes controlar, sea o no el instante correcto. Esa que acompaña al inconsciente y surge como protagonista.
Esa que expande los pulmones, aligera el aleteo nasal. Arquea y balancea la espalda, agita el diafragma y si te pilla llena descarga la vejiga.
Esa risa sanadora, espontánea, que nos diferencia de otros. La risa verdadera es saludable irradia luz blanca. Todos deberíamos coleccionar y guardar esos momentos o anécdotas que desencadenan esa mágica sensación de placer y felicidad.

                                                                                
 Mila Ortiz


•9:45


Bienes gananciales

Vivir a lo grande de los bienes gananciales. Creía firmemente que tenía derecho. Él no quería compartir nada, pero yo me informé bien. Leí mucho sobre el tema, pregunté a mi abogado y si, ¡tenía derecho a la mitad de todo! Aunque el abogado me decía “Mejor déjalo así, si le enfadas será peor. Ya lo conoces y sabes cómo se pone si le tocas esos temas. Seguro que te compensara de alguna forma”
¡No! ¡No me conformaría. Tenía mis derechos y los defendería! Toda la fortuna, todos los bienes, empezando por las tres casas, el chalet de la sierra, los diferentes vehículos, el yate y sobre todo, ¡será mía la mitad de todas las cuentas corrientes!
Me decidí y lo demandé. Él no podía creerlo cuando le llegó la citación, y,… fuimos a juicio.
“Si señor Juez, creo que tengo derecho, sin mí no podía haber hecho nada: yo le conseguía las víctimas a quién extorsionaba, yo le esperaba en el coche en marcha en los atracos y yo era la encargada de que la pistola estuviese siempre a punto”.
El juez me dio la razón.”Tiene derecho a los bienes gananciales. Se lo ha ganado” y dividió la sentencia por igual: “quince años a cada uno”. 

                                                                                      
                                                                                                   Regla Rodrigez 

•9:34

EL contenedor de los vacíos

Al abrir el contenedor, se dio cuenta de que estaba empezando a olvidar el nombre de las cosas. Hacía algún tiempo que había aprendido a capear el temporal de los vacíos, siempre encontraba la palabra alternativa, la salida ingeniosa ante la explicación confusa. Pero esta noche se le ahogó el diccionario de sinónimos en la profunda oscuridad de residuos genéricos. Era incapaz de bajar la tapa del depósito atrapado por el temor de encerrar una parte de su consciencia. Secándose el sudor con la manga de la camisa y sacando fuerzas de fugaces recuerdos que jugaban al escondite, logró cerrarlo. Miró al cielo oscuro y le complació de que nadie conociera el nombre de todas las estrellas, aquello le llenó de optimismo, era uno más dentro de un universo infinito…

                                                            
                                                                                                         Luis Barriga


•9:20


NEW YORK, NEW YORK


Hace ya dos años que Nicolás está afincado en Nueva York. Se enamoró de la ciudad nada más llegar, le encandilaron sus enormes rascacielos, sus escaleras de incendio, sus taxis amarillos, su gente variopinta...
Abandonó España para huir del desamor y por no tener trabajo. Lo arriesgó todo pero tuvo suerte. Ahora es feliz y la vida le sonríe. Tiene todo lo que siempre deseó: vive en un pequeño apartamento en Manhattan, sale desde hace un año con Suzanne columnista del New York Times, tienen amigos comunes, participan activamente en los eventos que se organizan en la ciudad y hace lo que siempre soñó escribir y aunque se lo ha currado, ya va por su segunda novela. Hoy por hoy se siente pleno y piensa que su vida es como vivir continuamente en una película de cine, pero ésta vez el protagonista de la misma no es otro, sino él. 

                                                                                  

Carmen Hidalgo
•9:43




Instrucciones para mujeres que han llegado a cierta edad




1.- No pienses que has entrado en la tercera edad. Eso a tí no te pasa. Aunque cada vez tengas más dioptrías, se te caiga el pelo o se te pierda todo, olvídate, son sólo percepciones sin importancia.

2.- Vive cada día NO como si fuera el último, sino como si te quedara mucho tiempo por delante. La despreocupación te hará estar más relajada. Pero no decidas emprender grandes empresas, sólo las que hiciera un niño pequeño. Tu éxito te animará

3.- Despréndete de todo lo que te impide llevar una vida práctica fácil. Esto se refiere a todos los trastos inútiles que has acumulado durante tu vida, y a los que tus hijos te han dejado en depósito, no temas insistirles para que se los lleven, acabarán diciéndote que no tienen sitio, que los tires. Lamentarás haberlos guardado durante años.

4.- Pasa de los convencionalismos sociales. Acude a dónde realmente te apetezca ya sea un acto social, una charla de ufología o una película infantil o porno. Vive sin preocuparte de las opiniones de los demás. Serás mucho más feliz haciendo lo que te da la real gana.

5.- Abandona las dietas, ya has demostrado que has adelgazado todas las veces que te lo has propuesto. Come sano y date caprichitos de vez en cuando. También puedes liberarte de los tintes del pelo. Hazte un corte juvenil que no te obligue semanalmente a la peluquería, tendrás un aspecto más desenfadado y natural. Tu pelo blanco llamará la atención.

6.- No quieras estar siempre al quite de todo lo que suceda a tu familia o a tus amigos como siempre lo has hecho. Ya hay gente más joven que puede hacerlo y te mereces descansar de problemas y preocupaciones, de lo contrario estarían abusando de tí. Y eso te dolería.
7.- Asume que los tiempos han cambiado, que nada es como antes y que los cónyuges de tus hijos no son los que habrías esperado. Haz alarde de tu comprensión y admítelos sin prejuicios, son los que ellos han escogido y no es tu problema. No quieras ser abuela de los niños aportados a los matrimonios, aunque tampoco dejes que te los impongan como nietos.

8.- Admite con humor que no siempre tu marido está de acuerdo contigo y protesta por todo, piensa que tu también tienes defectos y él casi nunca te lo dice. Como siempre, se le pasará el enfado si no entras al trapo. Después de tantos años a tu lado, no sabe vivir sin ti.

9.- Olvidate de la amigas impertinentes y falsas, ha llegado el momento de abandonarlas poco a poco. Recupera las amigas de toda la vida, con las que no tienes que medir tus acciones ni tus palabras, con las que siempre puedes contar y cantar. Establece una cita periódica con ellas y estarás deseando que llegue el día de veros.

10.- En resumen, ríete del mundo y serás feliz.

                                                                              

Mercedes Rodríguez de Zuloaga
•9:36

La llave
¿Y cómo es que nunca cambiaron el bombín?
Después de los últimos acontecimiento acaecidos en Cambrini, pueblo pequeño y tranquilo perdido entre abruptas montañas, era la pregunta que se hacían, aterrorizados todos los vecinos.
Nadie comprendía lo que había tenido lugar entre esas cuatro paredes. Porque en aquel pueblo nunca había ocurrido nada digno de mención. Porque allí todos se conocían desde siempre y nadie era capaz de cometer tal vileza.
Todos estaban seguros de ello. Todos menos aquel que con la mirada huidiza, acariciaba suavemente, dentro del bolsillo de su cazadora de cuero, la llave que abrió la oxidada cerradura.

                                                                            

Rosario Benjumea