•19:36

Cuando me encontré rodeada por sus brazos en un primer momento me quedé paralizada; aunque estábamos a oscuras reconocí su olor varonil inconfundible.


Era él.


Cruzamos el umbral de la puerta no esperamos a llegar al dormitorio en el camino nos besamos apasionadamente. Sus manos grandes pero muy suaves acariciaban todo mi cuerpo haciendo me temblar de placer.


Allí mismo en la alfombra del salón dimos rienda suelta a una pasión desenfrenada quedando rendidos exhaustos.


En ese momento sonó el despertador, todo había sido un sueño.

¡Bendito sueño!



Lolí Vidal


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1 comentarios:

On 23 de octubre de 2009, 20:02 , María Jesús dijo...

Y los sueños, sueños son...
que bien si todos los sueños fueran como este,
por lo menos nos levantaríamos con buen sabor de boca.